sábado, 10 de julio de 2010

Poesía a escena en el Cánovas


EL MAL DE TOURETTE
Por Norberto Rizzo

Las flores no lloran
María Eloy-García
Sueltos. primera lectura
Teatro Cánovas, sábado 19 de junio de 2010



Hay quien no renuncia a romper la especialización de las artes y a partir una lanza por volver a la raíz, aquella que unía el canto, la danza o la poesía con la representación, la filosofía o la matemática. Y ésto es lo que pudimos encontrar el sábado 19 de junio en el Teatro Cánovas. Una apuesta en la que la poesía servía como pasaporte hacia lo escénico, la danza, lo teatral, lo musical, lo audiovisual, etc... Algo que una palabreja nueva ha venido últimamente a definir, polipoesía.


“El mal de Tourette” es un espectáculo que incluye tres propuestas que muestran de una manera distinta la palabra de los poetas y, además, incitan a poetizar el entorno que les rodea. Alejados de la salmodia y del vate clásico que rodea sus versos de solemnidad, aquí encontramos otro modo de dirigir una mirada al hecho poético. Sin aburrimientos, ni poses, ni diatribas engoladas, ni aspavientos místicos.




Las flores no lloran.
"Las flores no lloran" combina la electrónica con el lirismo, dando como resultado un colorario de enzimas descriptivas que alivian la digestión de unos poemas quizás, algo enfermizos para los no iniciados. Pero el formato alivia el malditismo, haciéndote cómplice de los sonidos del recitado combinados con el sonido electro. Paloma Peñarrubia quiere violentar las conciencias de los espectadores, improvisa, a la escucha de la respuesta del patio de butacas, a la búsqueda de emociones.

María Eloy-García.
María Eloy-García es una "pan-poeta", en el sentido en el que generaliza lo poético a cualquier otro contexto y lo multiplica. Urbanita de poesía popular, se tiñe de viajes interiores, sabe encontrar la pulsión poética en cualquier lugar insospechado, por no hablar del carácter teatral de sus textos y de su recitado.

SUELTOS. Poemas. primera lectura (Poesía multidisciplinar)






Textos de Miguel Muñoz Zurita y Vicente Ortiz
Imágenes y proyecciones de Alfredo López
Música original y espacio sonoro de Andrew Morgan
Iluminación de Ángel Pedroza



El espectáculo poético que cerró este encuentro, quizás fuera el que más chicha escénica tuviera; no es extraño, ya que hablamos de Miguel Muñoz Zurita, experimentado actor, y Vicente Ortiz, que demuestra una indudable atracción en construirse su propio personaje. Los elementos que se mezclan aquí son un todo laberíntico, la música, las proyecciones, la iluminación y los versos.

Es la propuesta más arriesgada y, quizás, la más novedosa. El ansia por descubrir caminos, de encontrar no se sabe qué enigma y de perpetrar incursiones entre la palabra y la acción hacia nuevos territorios, es patente en su apuesta.

Siembran inquietud en los espectadores, desazón..., extrañeza, que es a fin de cuentas lo específico de la palabra poética, amén del ritmo; un ritmo que azuza la rotura del lenguaje, que busca espacios no resueltos en el habla, que intenta decir cosas que el vocabulario de la RAE no puede decir.

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