miércoles, 19 de mayo de 2010

Teatro de la Abadía


Crítica de teatro por Norberto Rizzo
Basta con ser más inteligente que los políticos


Lugar: Teatro Canovas, miércoles 12 de mayo



Título: El Arte de la Comedia de Eduardo de Filippo

Intérpretes: Enric Benavent, Markos Marín, Luis Moreno, Carmen Machi, Pedro Casablanc, José Luis Alcobendas, Jesús Barranco, Joaquín Hinojosa y Lola Manzano, entre otros.

Compañía: Teatro de la Abadía
Dirección: Carles Alfaro





El Teatro de la Abadía cumple quince años sobre las tablas, y ha elegido para este festejo la obra "El Arte de la Comedia" con la cual se han presentado en Málaga. Más precisamente en el escenario del Teatro Cánovas. Justamente, el mismo día del estreno de este montaje de la compañía madrileña, se inauguraba en el mismo espacio, una exposición del teatro de los años 60 y 70. Parece que todo confluía en un mismo punto, el oficio del actor.

La exposición nos demuestra que hemos retrocedido, o en el mejor de los casos que estamos igual. Podemos ver que en aquellos años, y como decía alguno por ahí: “Contra Franco vivíamos mejor”. Los contenidos de los montajes, a través de los títulos, autores y temáticas elegidas, están a años luz de lo que hoy se compromete el teatro con la sociedad. Ya lo diría García Lorca, que el teatro que no se compromete con la voz y el sentir de su pueblo se puede llamar cualquier cosa menos teatro, y aquí es donde nos encontramos actualmente.


La exposición no hay que dejar de verla porque si bien es reducida, nos permite tener un pantallazo de lo que se cocía en esa época. Y una vez vista la muestra y ya sentados en el patio de butacas, completamos la temática del oficio del actor, porque la obra que nos trae esta vez el Teatro de la Abadía, nos muestra la relación del teatro con la política. Un tema que si bien, este gran autor que es Eduardo De Filippo, lo escribió hace varias décadas, sigue teniendo una vigencia que en cierto modo asusta. Y asusta porque uno vuelve a comprobar que en el tiempo, algunas cosas siguen igual. Las limosnas encubiertas detrás de la figura de las subvenciones y la foto del político en vez de la creación de verdaderas políticas culturales eficientes y rápidas es una dupla difícil de separar.

La puesta nos lleva a la historia de la compañía de Oreste Campese, la cual al incendiarse la carpa donde actúan, ve mermar sus ingresos al ser trasladados al teatro del pueblo. Ésto se debe a que el público, por esas raras circunstancias de la vida, no asiste. La solución que Campese ofrece al Gobernador, interpretado este último magistralmente por Pedro Casablanc, es que como personaje ilustre del pueblo asista a la próxima función que dará la compañía y de esa forma el vulgo, al enterarse que va el propio Gobernador, también llenaría el Teatro. De esta forma la compañía tendrá recursos económicos para continuar su gira y finalizado el problema. Pero cuál podría ser la solución “política”, dar una “ayuda” económica para que la compañía tenga los pasajes y sigan viaje antes que asistir al teatro. Este punto de partida permite desarrollar la relación política-cultura, que en manos de este elenco logra momentos brillantes.



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