viernes, 14 de mayo de 2010

Star Caé, pero no termina de llegar


Crítica de música por Miguel Angel Barba
Un grupo no son cuatro personas que saben tocar diversos intrumentos
Programa On Echegaray

Fotos: Javier Braojos
Lugar: Teatro Echegaray.Jueves 6 de mayo.
Banda: Star Caé.
Componentes: Renee Hutchins, voz; Quike Navarro, violín eléctrico; Diego Martínez, guitarra; Ernesto Téllez, contrabajo; Juani Larubia, batería.

El concierto de Star Caé nos prometía “que lo mejor va a llegar dentro de unos instantes”. Y nos quedamos esperando a que llegara. Que  “los puntos fuertes de esta banda son los sonidos afroamericanos del jazz y el blues” que “sus expertos músicos colorean con muchas pinceladas de swing”. Y a decir verdad, el swing tampoco llegó a Caé.


Con el ánimo de estas promesas nos adentramos en esta nueva propuesta musical malagueña que hacía el programa "On Echegaray". Lo primero que dificultó que dichas promesas se hicieran realidad, fue el nefasto sonido. El violín no se oía claramente en los primeros temas, la guitarra estaba tan grave que no se distinguían los rifts, acordes y escalas de unos y de otros y la voz se perdía en numerosas ocasiones.

No es lógico que un técnico de sonido controle la mesa por detrás del grupo. Para oir adecuadamente como está sonando, debe situarse en la misma posición que el público. Habitualmente detrás de él y de frente al grupo, a la suficiente distancia para que el sonido tenga un mínimo recorrido y manteniendo la misma separación con las columnas de derecha e izquierda de modo que se eviten los llamados "filtros de peine" que afectan a la percepción sonora. Todos sabemos además que la música, por la parte posterior de los altavoces suele oirse más grave. El caso es que la calidad de la audición no ayudó mucho en el desarrollo óptimo del concierto.

Siguiendo el símil que se usaba en la nota de prensa anterior al concierto, “puntos fuertes de la banda”,  podríamos hacer un análisis desde la perspectiva D.A.F.O.

Si examinamos las Fortalezas del grupo podemos decir que en su mayoría son jóvenes, dominan con solvencia los instrumentos y tienen los suficientes conocimientos musicales. Eso se demostró en la amplia gama de estilos que enfrentaron, si bien en muchos casos la pérdida de matíces entre unas interpretaciones y otras, las uniformaba en demasía. La cantante, Renee Hutchins,  tiene una bonita voz aunque un poco limitada. Quizá si la hubiésemos podido oir mejor... El violinista, Quike Navarro, es el alma y animador del grupo, de lo mejor. El baterista, Juani Larubia, conoce y hace bien su trabajo y el contrabajista, Ernesto Téllez, tiene fuerza y ganas. Prueba de todo ello es que cuando el respetable se animó y aplaudió fué cuando el grupo se arrancó con aires de más allá de los Balcanes, demostrando que lo pueden hacer bien, y despertó a un muy frio y escaso público.




Continuando con las Oportunidades. Si aprovechan que no hay demasiados grupos que afronten ese tipo de repertorios en Málaga porque, o son más blueseros, jazzeros, funkies o más poperos... Starcaé puede hacerse un sitio en las programaciones de la provincia. Si además siguen “haciendo grupo” y terminan de encajar las piezas, diversifican las formas de interpretación, e incluso el repertorio, añaden algún instrumento más en determinados temas: el guitarrista podría usar acústica o alguna otra variedad de cuerda para incidir en los contrastes de estilos, matizar los colores y sonoridades.., quizá algún viento o metal en algunos temas. Y si, sobre todo, mejoran el sonido, nefasto durante todo el concierto, pueden progresar de forma notoria.

En cuanto a las Debilidades caben destacar: la falta de duende del guitarrista Diego Martínez  (al que se comía el contrabajo en casi todos los solos que hacía). Desarrolla técnicamente bien las escalas y conoce bien los rifts, pero su frialdad y monotonía hacían que sus solos ni siquiera fueran aplaudidos por el público; tuvo que ser la cantante la que lo pidiera en varias ocasiones, sin ni siquiera conseguirlo en algunas de ellas.

Daba la impresión de estar leyendo una partitura y transcribiéndola tal cual. El baterista es de los que se enfunda el mono de trabajo y tira de oficio, pero era palmaria su tendencia a llenar constantemente, ya cantara Renee o Quike desarrollara un solo. En la interpretación de Fever, composición llena de cambios de sonoridad, silencios, cortes, golpes, intensidad y fuerza, dió la impresión de que estaba tocando una balada pop. Esto no quita que sea un baterista correcto. También pudieron  apreciarse estas circunstancias con claridad en la versión (un tanto sosa) del clásico del saxofonista Paul Desmond, Take Five , y en la de  Summertime, compuesta por Gerhwin en los años 30 intentando capturar el folclore de la música afroamericana de esos tiempos y convertida con el paso del tiempo en standar de Jazz,  que pasó sin pena ni gloria por el Echegaray, sin alma y fría.

Finalmente las Amenazas más claras que se ciernen sobre este grupo vienen de la posibilidad de que aquellos miembros más aventajados comiencen a plantearse aventuras en solitario o con otros grupos de más calado y pedigrí.

En resumen, el jueves pudimos comprobar como un grupo no sólo, ni siempre, es un conjunto de instrumentistas que conocen o dominan sus instrumentos, hace falta algo más: swing, feeling, blues, duende, compás, alma, sangre... llamémosle como queramos, pero todo el mundo sabe a que me refiero.

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