martes, 4 de mayo de 2010

Flamenco para niños


Crítica de teatro flamenco para niños por Norberto Rizzo
Una idea mal desarrollada









Lugar: Teatro Echegaray, domingo 25 de abril.
Guión, coreografías y dirección: Silvia Marín
Intérpretes: Silvia Marín, Marisa Adame, Rafael Peral, Miguel Valles, Maria Carmona, Amir Haddad y Alfredo Escudero.

Si hay algo que funciona de seguro, en el teatro son los espectáculos para niños. La asistencia de público a este tipo de propuestas es indiscutible y una muestra de ello era la cantidad de padres y niños que se agolpaban a las puertas del Teatro Echegaray un domingo por la mañana. El espectáculo en cuestión, “El Flamenco en cuatro estaciones”  a cargo de la compañía El Flamenco Vive de Silvia Marín, dedicada al flamenco para niños, despertaba interés sin lugar a dudas.

Lamentablemente el montaje no llega a cubrir las espectativas del público por varias razones. En primer lugar, el nivel pedagógico de la puesta no está a la altura. Silvia Marín, que no solo cumple los roles de coreógrafa, guionista y directora sino también los de bailarina y maestra de ceremonias, está muy lejos de la conexión con el público infantil. Con un lenguaje que hace recordar a los payasos de la tele en cuanto a  lo antiguo y ñoño, no ha sabido integrar al público infantil con la puesta. Se supone que es un espectáculo didáctico de ida y vuelta con la platea, pero en muchos momentos se transforma en el show de Silvia Marín olvidándose incluso de que no está sola en el escenario. Los músicos, los bailarines y sobre todo la cantaora, que completan el elenco, son de muy buen nivel artístico; pero no se les ve aprovechados por la permanente presencia de la señora Marín, quien en el trato con los más peques es capaz de hacer volver a sentarse a una niña con tono poco acorde, porque insiste en querer participar.

El espectáculo tiene altibajos que logran sus mejores momentos cuando la cantaora María Carmona, deja fluir su arte. Y en ese momento el ángel del flamenco se hace con el espectáculo. Este montaje pide a gritos un trabajo más coral y no tan basado en la figura de Marín quien, por centrar la atención en su persona, es capaz de ser la poseedora del único micrófono que maneja el elenco y que ella a modo de presentadora de televisión no soltará, aún cuando le toca cantar a la Carmona. Es una idea muy buena la de llevar el flamenco a los niños y enseñar los diferentes palos, cosa que, incluso para muchos adultos que no sabemos tanto del género, nos viene bien aprender, pero el desarrollo de la puesta no es para nada la adecuada. Una verdadera pena

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