jueves, 25 de febrero de 2010

MUestra de DAnza de Andalucia. Dia UNO.



Reportaje Gráfico / Javier Braojos


Lugares: Teatro Cánovas, Sala Gades, Sala Falla y Teatro del Auditorio, martes 23 de Febrero.
Lo mejor: La Tarasca con "Las cuatro estaciones".
Lo peor: Dos Proposiciones Danza-Teatro con "Capítulo VIII del Código Civil: de la disolución del matrimonio".

La Tarasca presenta "Las cuatro estaciones", teatro y danza para los niños. Escenografía colorista que enmarca la acción en clave de danza, pantomima, farsa, onomatopeyas, humor, cabaret, magia y una atmósfera poética. Aroma romántico en la caracterización de los personajes y en el pasar las estaciones.
Misterio y divertimento en una danza juvenil y lúdica con momentos para la nostalgia, el romance y el transformismo.

        







Un trabajo honesto y completo que dignifica el arte hecho para los niños y mayores con sensibilidad. La forma de versionar la música de Vivaldi es brillante, respetuosa y actual.

























"Hola, permíteme un instante antes de comenzar: ¿qué piensas que vas a ver a continuación?" Bikini.Ducc con "Assemblage" interpela así al espectador para hablar sobre la comunicación,  la identidad y la relación entre la danza y el lenguaje, dos caminos para aceptarse uno mismo. El trabajo audiovisual, la voz en off, la mujer sin rostro envuelta en papel de plata aportan los mejores momentos del espectáculo.



La primera parte del espectáculo es menos sugerente, dado que hacen depender mucho del texto el ritmo de la escena y no siempre es creíble. Van de menos a más, mejorando a partir de adentrarse con más osadía en el territorio del performance.Los números bailados se limitan a veces a seguir el ritmo, sin discurso danzístico.




La acción de "El libro de los venenos" ha comenzado cuando los espectadores entran. Bicicletas en el suelo y suspendidas en el aire y un ambiente irrespirable de garage vital, graffitis imposibles, manchas y cadenas hacen presagiar que nos encontramos ante una obra diferente, donde la metáfora deja paso a la contaminación artística, a la devoción y al rito de la muerte en sus múltiples significados.

















La Pharmaco ha construido una especie de aquelarre del placer en torno al envenenamiento sistemático, de autoagresión para descubrirse a uno mismo y al otro. Un ritual masoquista para reconciliarse con el monstruo interior y amarlo.
Con la voluntad de contagiarse en la belleza de la degradación, en las visiones o en la percepción desquiciada, esta joven compañía pisa terrenos artaudianos o pánicos pero creando universos cerrados sin una clara intención provocadora. Los conflictos en situaciones límites son muy básicos. La excesiva juventud de sus integrantes hace poco creíble, en ocasiones, lo que estamos viendo en escena, como por ejemplo el recitado del texto. Pero ¡qué narices! todos podemos ser bicicletas.




Dos Proposiciones Danza-Teatro nos reciben en la antesala de la sala Gades, vestidos de novios que no ven; tapados los ojos por el flequillo, la novia, y por el sombrero de copa, el novio para dar comienzo a "Capítulo VIII del Código Civil: de la disolución del matrimonio". Después de esa poco sutil metáfora, aunque reveladora, nada más tenían que decirnos. Una vez dentro se recrea una boda y un encuentro para otra boda, aderezado por la peor música de enlaces matrimoniales.
 Muchas acciones mimadas en una propuesta facilona, convencional, con largos oscuros. Poca danza, mucho "hacer teatro", pleno de lugares comunes, tópicos y una coreografía nada novedosa. Temática trillada con una actuación muy exagerada llena de aspavientos. El texto y la interpretación tremendistas. Diapositivas de fotomatón. En fin, los Álvarez Quintero de la danza.



Excéntrica Producciones cerró la jornada con "InFame o el placer de lo efímero". Con la intención de ser un sarcasmo sobre la fama se quedó en una especie de recreación insulsa de los vicios y los temores de los personajes basura que nos presentaron. Un escenografía espléndida utilizando el color blanco en un montaje pretencioso con poca chicha para dar. Los actores empujan el texto y de qué manera. No les vendría mal un curso con Vicente León. la dicción tampoco es que sea muy fina que digamos. 

Mucho kistch, mucha imagen y pocos prejuicios a la hora de utilizar chistes fáciles, bromas insulsas y poca danza. Tampoco esconden la previsibilidad de lo que van a hacer y un cierto snobismo como si se hubieran contaminado de lo mismo que prentenden criticar. Lo mejor: el cochecito teledirigido que les trae cava y alguna cosa más.  La escena en la que dicen citas incansablemente por los micros parece construida para autojustificar la propuesta y la pelea por comida resulta insostenible. En fin como diría la Carmen de Mairena y ellos mismo proclaman: "Todo lo que tengo de morro lo tengo de potorro".

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